La bancarrota es una medida legal que generalmente se considera un último recurso para personas o empresas que enfrentan dificultades financieras graves. Si bien puede ofrecer un alivio inmediato al resolver o reducir las deudas, tiene consecuencias duraderas y significativas. Una de las principales repercusiones es que la bancarrota permanecerá en el informe crediticio del individuo durante un período de 10 años. Esto puede afectar negativamente su capacidad para obtener crédito en el futuro, así como para acceder a ciertos servicios o productos financieros. Además, durante este tiempo, otras áreas de la vida personal y profesional pueden verse afectadas, ya que el individuo podría enfrentar dificultades para obtener empleo, obtener licencias estatales, acceder a seguros o incluso alquilar un apartamento.
El impacto en el acceso al crédito es especialmente grave. Una bancarrota en el historial crediticio puede resultar en la denegación de casi cualquier tipo de crédito durante varios años, lo que puede obstaculizar la capacidad del individuo para realizar compras importantes, como una casa o un automóvil, o incluso obtener financiamiento para pequeñas necesidades cotidianas.
En cuanto a los tipos de bancarrota, existen diferentes opciones, siendo las más comunes el Capítulo 7 y el Capítulo 13 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos. Sin embargo, los requisitos para calificar para el Capítulo 7 se han endurecido en los últimos años, lo que ha dificultado que muchas personas puedan acceder a este tipo de liquidación de deudas. En un proceso del Capítulo 7, los activos no exentos del deudor pueden venderse para liquidar las deudas pendientes. Sin embargo, es importante señalar que no todas las deudas pueden ser liquidadas a través de la bancarrota, incluso en este proceso. Deudas como la pensión alimenticia, la manutención de los hijos, los impuestos no pagados, los préstamos estudiantiles y algunas sentencias judiciales no pueden eliminarse a través de la bancarrota.
Por otro lado, la bancarrota del Capítulo 13 implica una reestructuración de la deuda, donde el deudor propone un plan para pagar una parte de sus deudas en un período de 3 a 5 años. Aunque este tipo de bancarrota no implica la liquidación de los bienes del deudor, sí implica el compromiso de pagar un porcentaje de las deudas, lo que puede resultar igualmente oneroso para el individuo. Aunque no hay una eliminación completa de las deudas, el Capítulo 13 puede ofrecer una forma de reorganizar los pagos y evitar la ejecución hipotecaria o el embargo de la propiedad.
En definitiva, aunque la bancarrota puede ser una salida para quienes no tienen otras opciones, su impacto a largo plazo en el crédito y la vida financiera de una persona es considerable, por lo que siempre es recomendable considerar otras alternativas, como la negociación de la deuda, antes de tomar esta decisión.